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Mientras en 1977 Inglaterra vivía el adorable espejismo punk, en Durham County los hermanos Paddy y Martin McAloon empezaban a darle forma a la banda que se convertiría el punto más alto de la historia de la música pop: Prefab Sprout.
Según Paddy (cantante, compositor, guitarrista, tecladista, amigo de la melodía y del romance), el nombre a elegir no debía de dar indicios acerca de la clase de música que querían hacer. Y lo cierto es que funcionó, al menos para mí. Aún hoy desconozco –a esta altura, porque quiero mantener esa pequeña ignorancia– lo que quiere decir Prefab Sprout (si es que quiere decir algo), pero me sigue resultando tan intrigante como cuando los descubrí allá por mis catorce o quince años. Siempre me pareció que ese nombre tenía gusto a nueces, a invierno, a misterio dulce; siempre pensé que me enamoraría de la primera persona que mencionara ese nombre. Todavía no ocurrió, claro. Es más, no conozco a ninguna persona “real” que me los mencionara ni siquiera de pasada. Por supuesto que cada tanto (no es frecuente) aparece en alguna revista algún comentario marginal sobre ellos, pero nunca pasa de ahí. Nunca una nota central ni nada por el estilo. Márgenes.
Una de las marcas de los Sprout fue la delicadeza, pero –claro– no hubo desde el comienzo el nivel de sofisticación de la época clásica del grupo. Cuando uno escucha los demos de los primeros años, antes de que sacaran
Swoon, aquel primer disco de 1984, se puede ver que el espíritu de la época estaba presente: pocos medios técnicos, canciones que se resistían un poco a quedarse en tempo y que escondían la genialidad detrás del barullo y la aún escasa destreza técnica, incluso –y esto no deja de ser asombroso– ¡Paddy canta gritando! ¡Y mucho! (Recordemos que la voz de Paddy es una de los sonidos más lindos de la Tierra; casi ningún matiz de agresividad hay en su tono –lo no quiere decir que cante sin fuerza. Para graficarlo: es como si te sonriera la persona amada).
El hermano de Paddy, Martin, tocaba el bajo. Era un chico con mucha cara de inglés, un aire de inocente picardía, tenía las orejas un poco abiertas y unas líneas musicales muy interesantes. Pero la otra pata de los Sprout era Wendy (Smith). Creo que pocas veces un(a) integrante de un grupo significó tanto con una participación tan mínima dentro de las canciones. En Allmusic dicen que Wendy tocaba guitarras; la verdad es que si fue así, habrá sido en los comienzos. Se la puede ver con una guitarra colgada en el genial video de “When love breaks down”, pero me parece que es más para que Paddy pudiera teatralizar mejor la canción que otra cosa. En todas las filmaciones de conciertos que vi, ella estaba a la derecha de Paddy, casi aferrada al micrófono, apenas balanceándose. Sin embargo, a pesar de que el papel de Wendy en los Sprout se limitaba a hacer coros y segundas voces, ella le da el carácter, ese extraño misterio, esa sensación de una cercana lejanía. Paddy es un cantante que te habla casi al oído; Wendy se encargaba de poner un poco de frío, un poco de niebla, un poco de irrealidad. Había sido una fan del grupo desde los comienzos (algunos dicen que groupie) y entró para aportar voces en el segundo single de 1983, que salió por su propio sello, Candle, “The devil has all the best tunes”. ¿Quién puede olvidar sus “uh uh, Johnny, Johnny, Johnny” y sus ojos verdes?
Los Sprout tenían un problema para el gran público, para el público de “rock y pop” (con comillas ¿no?): no se preocupaban por cosas como la “imagen” o la “actitud”. Y esto se puede ver, por ejemplo, en la lamentable barba candado que Paddy luce en el video de “Appetite”, en esa camiseta blanca –más propia de una versión queer de Minguito que de una pop star– que usó en vivo algunas veces (y que también se puede ver en el video que pongo acá arriba), en algunas entrevistas en la que aparece engominado y con un traje horroroso, en el corte de pelo del video de “Cars & girls”, etc., etc.
Y sumémosle a esto otra barrera para ciertas personas: la proliferación de teclados, al menos en los primeros discos, y ese sonido tan tan hi-fi (sacrilegio para la gente que vomita ante la mención de Steely Dan) que los hizo favoritos de las fms como Horizonte (¿se acuerdan?). Los discos de los Sprouts son técnicamente perfectos y eso, a algunos, les desagrada. Tal vez vean allí, en ese gesto, una exageración (por otro lado, hay que decirlo, eso formaba parte del canon estético de esa década). Para algunos es demasiado: canciones perfectas + sonido perfecto + voces e instrumentación perfectas...
Igualmente ahí (en esos teclados, en ciertos saxos, en lo ultra hi-fi) se acaba la identificación de los Sprout con la década, porque ellos nunca sucumbieron a la tontería pop (“Let´s go to bed”, The Cure), al hip hop chapuceado (“A Gospel” y “The stand-up comic’s instructions”, The Style Council) o al berretismo (The Blow Monkeys).
más amplio, acá:
http://anaufragar.blogspot.com/2007/10/planeta-sprout.htmlSteve McQueen:
http://anaufragar.blogspot.com/2007/03/se-reedita-el-mejor-disco-de-la.html