Mi experiencia de lectura con Theodor Adorno no recuerda muchos momentos de poeticidad, por eso me sorprendió encontrarme con un cierto pasaje de Dialéctica del Iluminismo en el que los muchachos (no se olviden de Horkheimer) se permiten explicar qué es oler un flor:
"[es] el recuerdo de la felicidad más antigua y remota que
relampaguea al sentido del olfato, se une con la extrema cercanía
de lo incorpóreo. Es un recuerdo de la prehistoria. "
relampaguea al sentido del olfato, se une con la extrema cercanía
de lo incorpóreo. Es un recuerdo de la prehistoria. "
El argumento está relacionado con el pasaje de Odiseo por el país de los Lotófagos, estos tipos que la pasaban bomba en su tierra, comiendo flores de loto, sin preocuparse por nada, sin molestar a nadie, pero también sin producción y sin mercado. Odiseo, homo oeconomicus, que encarna el principio de la economía capitalista, no puede soportar que sus compañeros vivan al margen del mundo (entiéndase, el trabajo y la racionalidad de los fines) y se los lleva literalmente a la rastra. Pero el recuerdo de ese estado de plenitud que hubiesen podido mantener no iba a borrarse.
Me parece una idea muy hermosa pensar que cada vez que olemos una flor nos sentimos complacidos más que por el aroma por la rememoración de una felicidad perdida, pero también por la posibilidad de un cambio en el estado de cosas: la flor es una grieta que nos permite ver lo que puede ser el mundo, nos dice que las cosas podrían ser mejores que esto. Un ojo de cerradura en una puerta que creemos cerrada.
No en vano, muchos años después de Adorno, la relación entre las flores y la revolución fue entrevista por Alejandra Pizarnik, en su famoso poema, cuando dijo que: "la rebelíón consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos".
Lo bueno de la literatura es que modifica la experiencia: ahora oler una flor será distinto para mí.
Me parece una idea muy hermosa pensar que cada vez que olemos una flor nos sentimos complacidos más que por el aroma por la rememoración de una felicidad perdida, pero también por la posibilidad de un cambio en el estado de cosas: la flor es una grieta que nos permite ver lo que puede ser el mundo, nos dice que las cosas podrían ser mejores que esto. Un ojo de cerradura en una puerta que creemos cerrada.
No en vano, muchos años después de Adorno, la relación entre las flores y la revolución fue entrevista por Alejandra Pizarnik, en su famoso poema, cuando dijo que: "la rebelíón consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos".
Lo bueno de la literatura es que modifica la experiencia: ahora oler una flor será distinto para mí.
5 comentarios:
Entiendo lo que decís al respecto de modificar la experiencia a través de la literatura pero acaso, lo que produce en primera instancia cualquier tipo de experiencia, ya sea intelectual o de cualquier otra índole no tiene un peso más que valioso por sí mismo?
Vos no creés acaso que lo que produce en el alma/cabeza/interior/espíritu/loqueseaquetengamosdentro a través de una experiencia del mundo exterior no es riquísima por sí misma por más que seamos absolutos ignorantes?
Hay un escrito que adoro de Cortázar (con el cual obviamente me identifico) que se llama "hay que ser muy idiota para".
Esta es una discución que siempre tengo con más de uno/una... porque me parece que al final de todo, lo que vale a la hora de apreciar esa experiencia es... si te gusta o no, y no lo parámetros que usaste para decir que eso te gustó.
Fui muy rebuscada en lo que dije? Cualquier duda, me dice.
Y con respecto a oler una flor... a mí me produce tantas cosas desde tan diversos lugares que le aseguro, esto que sé ahora sumó.
Saludos cordiales.
Estoy de acuerdo con lo decís (y con lo que dice Cortázar); igualmente no hay nadie que sea un completo ignorante. Que uno no haya leído mucho es otra cosa, pero algo en los años vividos uno habrá aprendido.
Y con respecto a la experiencia, yendo un poco más allá, diría que lo realmente importante no es si me gusta o no, sino si altera mi vida al menos medio milímetro. Si lo hace, si coloca algo allí donde antes no había nada, vale la pena. Si no es mera intrascendencia.
Bah, para mí, qué sé yo. :)
¡Saludos!
De acuerdo contigo.
Cuando algo me gusta, pasan cosas de adentro para afuera.
Y cuando no me pasa nada, casualmente es porque no me gusta.
Saludos.
Me gustó mucho el post, la primera vez que leí ese poema de Pizarnik me voló la cabeza...
Y me gusta eso q decis de la experiencia, eso de que lo importante no es si te gusta o no, sino si altera tu vida al menos medio milímetro...
Volver cada tanto a releer los poemas de Pizarnik es... tan... intenso... Venís leyendo una cosa u otra, y de golpe agarrás (en mi caso) Poesía Completa y es como prender una luz oscura que ilumine toda la sala; volver a leerla es para mí sentir el aire salvaje en los pulmones.
O algo así.
:)
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