jueves, 26 de julio de 2007

Una noche en Montserrat

Ayer a la noche leí Montserrat, la nouvelle de Link.
Todo comienza con la llegada de unos intrusos que alteran el funcionamiento del barrio. El narrador-protagonista, M. Spitz, entabla una cierta amistad con los recién llegados. Uno de ellos, el que es realmente peligroso, es un hombre que ha sido alumno de Spitz y que sostiene que una de sus clases le cambió la vida, induciéndolo a dejar la carrera que estaba estudiando y a iniciarse en el Ocultismo.
A partir de ellos (especialmente, uno de ellos, Álvaro, el ex alumno) Lo Raro logra saturar el clima: animales enloquecidos, accidentes, la amenaza de que el discurso del otro acabe por socavar las propias certezas.
El descubrimiento de unos túneles subterráneos, el secuestro de la gata Tita Merello y un descenso a los túneles que no puede sino recordar un descenso a los infiernos, agregan el componente de aventura.
No voy a contar todo, porque ahí está la nouvelle para leerla, pero no dejó de llamarme la atención que sea la figura del alumno aquello en dónde está la psicosis, la causa del mal y del desbarajuste general e incluso la amenaza de acabar con el mundo.
El alumno es el monstruo y la amenaza, para Spitz. No sé cómo será para el Link real (suponiendo que tal entidad fuese aceptada por el propio DL), pero pensar que también para él puede ser de ese modo no deja de tener su gracia.

lunes, 16 de julio de 2007

Word es de derecha

Estaba escribiendo y cuando puse "Adam" el Corrector de Word me lo subrayó, marcándome el supuesto error. A pesar de que yo sí quería escribir "Adam", hice click sobre la palabra con el botón derecho del mouse para ver las opciones de corrección. Y aquí viene lo raro: entre las opciones (Adán, Dama, Hada) estaba "Hadad". Me imaginé la mandíbula hipertrofiada y los ojos chiquitos; me asqueó.
Si Barthes decía que la literatura es un irle por izquierda al lenguaje, evidentemente el Corrector de Word es ideológico.
Ahora, cada vez que abra Word, no voy a dejar de pensar que mientras yo escribo hay una silenciosa conciencia vigilante que me acecha desde quién sabe dónde.

viernes, 13 de julio de 2007

El oráculo de dos pesos

El kioskero que está en frente de Puán me dio el vuelto de los cigarros. Entre los billetes, uno estaba casi hecho pedazos, era de dos pesos. Lo miré (al billete) y lo miré (al kioskero). Estuve a punto de decirle que me lo cambiara, pero qué más da, por dos pesos. Caminé unas cuadras y volví a mirar el billete. Noté que a pesar de ser casi un desecho contenía un pequeño texto, decía: "Néstor Kirschner es el mejor presidente de la historia. Y Cristina será aun mejor". Me pareció extraño, porque en general la escritura en moneda tiende a lo amoroso o a lo religioso. Después lo primero en lo que reparé fue en una cuestión estilística. Me pareció que el uso del futuro en lugar de la perífrasis (va a ser) dejaba percibir un aire pretendidamente profético, así como una deliberada búsqueda de un registro alejado de la oralidad. El texto decía dos cosas: una que Cristina va a ganar (para lo que no hace falta ser un adivino); la otra, que su gobierno será el mejor de la historia. Supongo que la elección de un billete de dos pesos tiene que ver con el hecho de que el mensaje llegue a todas las clases y de que circule todo el tiempo.
Unos días antes una llamada telefónica me había dejado perplejo. Para empezar era la primera vez que me llamaban de una encuesta supuestamente relacionada con los ratings de televisión. La grabación me preguntaba algunos datos biográficos básicos y el canal que miraba (justo no estaba mirando nada, aunque contesté que miraba canal siete), pero sobre el final las preguntas cambiaron el tono y se agregaron unas dos o tres preguntas sobre Cristina: si creía que iba a ganar, si iba a gobernar mejor, igual o peor que K, y algo más. Me pareció una grasada. ¿Por qué no me preguntaron eso de entrada si era lo que querían saber? Me indigné.
A la grabación telefónica le corté. No me parece muy elegante que me cambien los términos de la charla cuando en el pacto inicial el tema era la televisión. Al billete de dos pesos lo quemé en un pequeño fuego doméstico: potlatch. Pero, claro, en el supuesto caso de que el intercambio se produzca (porque el potlatch supone eso): ¿qué puedo esperar por dos pesos? Lo que es más inquietante, ¿quién es el otro dador?
Dos pesos. Qué miserable.

sábado, 7 de julio de 2007

Willy Crook

Una entrevista muy graciosa que deja una frase memorable: "Quiero polarizarme los ojos".

viernes, 6 de julio de 2007

Impresionante

"Hay una superficie que parece homogénea, que por ardides de la luz se ofrece en gamas de verdes o azules, pero hostigada por el viento se descompone en picos salpicados de blanco y pasajeros valles en penumbra. Porque el mar no es una superficie ni está hecho de una pieza. El raid de una gaviota en busca de sardinas abre un surco de espuma; hasta donde la luz penetra, y la luz penetra, millones de diatomeas y flageladas pletóricas de primavera se devoran entre sí o mueren devoradas por copépodos, y el holocausto entero del plancton se disipa en un brillo nocturno de fosfatos.
"El mar es una ilusión de continuidad que a cada instante se pulveriza en violencias. La arena misma, para empezar, es un cementerio que se entibia al mediodía. Algunas veces, cuando baja la marea, el ojo descubre el vendaval de muerte condensado en la quieta gelatina de las medusas varadas. Fuera de esas reliquias, la energía criminal del mar suele esconderse en los olores que exhala".

Marcelo Cohen, El fin de lo mismo.