martes, 27 de marzo de 2007

La violencia del Libro


La lectura en la cama es, como la masturbación, un placer fácilmente accesible, al alcance de casi todo el mundo. Por supuesto que ni siquiera hace falta un libro, podemos tomar una revista, una fotocopia, un panfleto o un cacho de diario viejo.
Pero cuando se trata de un libro a veces este placer encuentra un punto negativo, una circunstancia que anega el disfrute completo: a veces, el libro, después de unos cuantos minutos, "pesa", se vuelve carga; o –también– puede ser que la posición del cuerpo haga que los músculos y su tensión tengan más existencia que el texto, parcelando nuestra atención. Ese momento llega a un climax en el que el libro se vuelve literalmente insoportable; queremos seguir leyendo pero muscularmente esto no es posible.
Cuando nos declaramos derrotados por la situación, puede ocurrir que la pereza exija que en lugar de depositar el libro en la mesa de luz, simplemente lo coloquemos en la misma cama, al lado de nuestra cabeza, como si no quisiéramos dormir solos y el objeto fuera el sucedáneo de alguna amante perdida.
Pero el libro no siempre acepta estar en lugar de.
Ayer, por ejemplo, esta situación me ocurrió con Sobre Walter Benjamin. Vanguardias, historia, estética y literatura (pongo el título del libro porque quizás tenga que ver, quién sabe): en medio de la noche, la violencia del libro emergió con toda su pasiva furia: un rápido e imprudente movimiento de mi cuerpo, un cambio de posición nocturno, hizo que me diera la nariz de lleno contra el lomo del maldito libro.
Algunas lágrimas aparecieron contra mi voluntad.
Pero procuré pensar en alguna amante perdida para que, al menos, tuvieran más sentido.

jueves, 22 de marzo de 2007

Inquietud, paranoia e identidad


Como muchos jovenzuelos de temperamento más bien poco serio y con tendencia a la cachada, cuando comencé a utilizar el correo electrónico –creo que hacia finales de la década del noventa– ni siquiera pensé en usar mi nombre "real" precediendo al arroba. Por el contrario, intentaba que mi dirección electrónica tuviese algo de "onda" (cosa que, en general –hay que decirlo–, no conseguía). En ese plan, pasaron por mí nombres tan ridículos como "conlasogaalcuello@...", "elabiodebillyidol@...", etc. Luego, la llegada inevitable de los años hizo que me empezara a dar vergüenza responder a la pregunta "¿cómo es tu mail?" con direcciones de nombres así de estúpidos. Así que saqué nuevas direcciones en hotmail y ciudad simplemente usando mi nombre y apellido.

Pero como me sigue llegando una buena parte del volumen de mails que recibo a una cuenta de yahoo con un nombre vergonzoso, pensé en sacar una nueva. El procedimiento debía de ser sencillo: sólo tenía que ir a la página de yahoo y registrar una nueva id que fuese mi nombre y apellido. Fácil. Empecé a completar mis datos, coloque mi nueva id y toqué el botón para acabar con el registro. Pero algo ahí falló. Surgió el pasillo. El registro no podía hacerse porque la id que yo pretendía utilizar ya estaba ocupada.

Esa situación para alguien que se llamara –por usar un ejemplo clásico– "Juan Pérez" no debería resultar anómala, sino más bien completamente previsible. Juan Pérez entiende que su identidad puede fundarse en muchísimas cosas salvo en su nombre. Pero lo extraño es que mi apellido no es de la clase de los "pérez" sino que es un poco raro. De hecho casi todas las personas que lo tienen en este país son familiares directos míos. Podría darse el caso de que alguien afuera de la Argentina se llamara como yo, pero lo creo poco probable, ya que deberían de combinarse varias cosas: que tenga exactamente mi mismo nombre, que necesitara una cuenta de mail, que sólo la hubiese sacado en yahoo (y no en hotmail ni gmail, pues ahí yo soy dueño de mi propio nombre), que hubiese elegido la misma combinación que yo (por ejemplo: hay variantes como –para seguir con el ejemplo anterior– "jperez@", "j_perez@", "juan_perez@", etc.). En fin, es posible pero no muy probable.

También podía darse el caso de que alguien que me conociera lo hubiese hecho, pero ¿con qué finalidad? ¿Just to play mind games? También es posible, aunque no lo creo.

La cuestión llegó a inquietarme. Decidí hacer la única cosa razonable: mandar un mail a esa dirección explicando la situación y –como dijera Condorito– exigiendo una explicación.

Un respuesta a ese mail equivaldría a una intervención de lo lyncheano en la vida de un humilde criollo; esa imposible respuesta se me aparece similar a aquella escena de Lost highway en la que se encuentran en una fiesta (¿era una fiesta? ya no recuerdo...) el protagonista y un misterioso hombre maquillado que le dice que él está en su casa. El diálogo era:

Hombre Misterioso: ¿Nos Conocemos, verdad?
Fred: Yo diría que no. ¿Dónde cree usted que nos conocimos?

Hombre Misterioso: En tu casa. ¿No te acuerdas?

Fred: No, no lo recuerdo. ¿Está seguro?
Hombre Misterioso: Por supuesto. Es más, de hecho, ahora mismo estoy allí.


(El Hombre Misterioso esgrime un teléfono móvil y se lo da a Fred)

Hombre Misterioso: Llámame. Marca tu número.


(Fred marca su número.)


Voz Telefónica Hombre Misterioso: Ya te dije que estaba aquí.

Fred: ¿Cómo lo ha hecho?

Hombre Misterioso: Pregúntemelo
Fred (hablando al teléfono): ¿Cómo lo ha hecho?

Hombre Misterioso: Tú me invitaste. No tengo por costumbre ir allí donde no me llaman

Fred (al teléfono): ¿Quién es usted?


(El Hombre Misterioso prorrumpe en una carcajada estridente en persona y, a la par, por teléfono.)

La idea del desdoblamiento o los mundos paralelos me parece un tópico del que no me gustaría ser parte. Ahora me arrepiento de haber mandado ese mail, porque ¿y si me responde? O lo que es peor: ¿y si me respondo?


sábado, 17 de marzo de 2007

Se reedita el mejor disco de la historia



Parece que la delicada máquina sprout se pone a funcionar nuevamente.
Después de los rumores que hablaban de un nuevo disco –en preparación con el productor de siempre, Thomas Dolby– que al parecer se vio demorado y aplazado por problemas de audición de Paddy, va a salir ahora en abril una reedición del clásico Steve McQueen. La novedad está en que además de las canciones de ese disco, la reedición trae ocho versiones acústicas grabadas a mediados del 2005.
Por ahora está a la venta como single la versión nueva de “When love breaks down”; pude conseguirla y, aunque pierde el sabor original y está por debajo de aquella del 85, Paddy no parece perder sus poderes (igual hay que decir que se extraña la bella voz de Wendy Smith...).
¿Será esto el prólogo a una vuelta completa con nuevas canciones y hasta giras? Oj-alá...

Dando vueltas por la red en busca de reportajes di con esta entrevista de 1985 con el Record Mirror en la que para mi sorpresa Mr. McAloon hace referencia a un viejo conocido de todos nosotros:

“Hay un escritor sudamericano que ha escrito sobre un tipo que quiere reescribir Don Quijote (no la versión de Nick Kershaw) . . . Tengo esta loca idea de reescribir Thriller. Por supuesto mi versión deberá ser un intento fallido, dado que si resultaran canciones tipo Rod Temperton sería un plagiarismo. Quiero hacerme la idea que estoy reescribiéndolo y luego hacer algo totalmente diferente. Tomo mis ideas de todo tipo de fuentes, cosas extrañas que me despiertan psicológicamente. Voy a reescribir Thriller. Tengo el título para el tema principal . . . Voy a escribir un disco acerca de apariciones o fantasmas, pero dado que Thriller ha sido un éxito mundial, se ha convertido en otro objeto . . . Quiero tomarlo y hacerlo algo con eso."

Paddy reescribiendo Thriller es interesante, pero Michael “pierremenarizando” Steve McQueen sería muy lisérgico...