miércoles, 15 de agosto de 2007
domingo, 12 de agosto de 2007
Apuntes para una road movie II (Chau, Lucille)
Life's not complete
till your heart's missed a beat
And you'll never make it up,
or turn back the clock
Paddy McAloon
El lugar, las caras de los pocos tipos que había, Aníbal secando un vaso atrás de la barra con el cigarrillo medio muerto en su boca también medio muerta, y si ella estuviese acá, estaría ahí tomándose una cerveza en una botella chiquita, del pico, sus dedos jugando con un encendedor metálico que reverberase violentamente; y todo parecería un poco afuera del tiempo, como si estuviese más allá de la historia, como si dijera que es lo mismo estar acá, en California o en el Infierno.
Dentro del Tom Club, la música era más real que las pocas personas que se aferraban a sus vasos. Contra la pared que daba al baño, un hombre y una mujer, llagas muertas, astillas de una épica imposible, se miraban sin poder decirse nada; podía advertirse que hubiesen entregado cualquier cosa por una palabra, pero ya no tenían cosa alguna que ofrecer. Desde los ojos del hombre una manada de gusanos galopaba subterránea e inexorable.
Una Voz empezó a inundar todo el Tom:
How little we know!
How much to discover!
What chemical forces flow
from lover to lover...
El puto Sinatra, pensé. Qué golpe bajo.
miércoles, 8 de agosto de 2007
Apuntes para una road-movie
Una belleza extraña, como el momento en el que Ben canta “In dreams” y Dennis Hopper está ahí, emocionándose o volviéndose loco, y uno no sabe si tener miedo o enternecerse o cortarse la carne para rimar con el momento. Pero uno tiene que hacer algo, porque si hubiese un guión claramente lo exigiría.
Así funciona también aquello de lo que hablo.
Ése es el efecto.
Y te mira, aunque nunca permite que la suya sea una mirada. Porque, cuando está, las luces giran y hacen foco en el que está del otro lado. En parte, es una estafa enochsoamesiana: un pozo que uno cava mientras va cayendo.
Pero en realidad no sabés. Y aunque me encontrara con el mismísimo Rey, y aunque me preguntara al oído si me siento solo esta noche, y aunque nos llevara ahora mismo a Las Vegas hasta el cuello de anfetaminas, daría lo mismo.
Así funciona también aquello de lo que hablo.
Ése es el efecto.
Y te mira, aunque nunca permite que la suya sea una mirada. Porque, cuando está, las luces giran y hacen foco en el que está del otro lado. En parte, es una estafa enochsoamesiana: un pozo que uno cava mientras va cayendo.
Pero en realidad no sabés. Y aunque me encontrara con el mismísimo Rey, y aunque me preguntara al oído si me siento solo esta noche, y aunque nos llevara ahora mismo a Las Vegas hasta el cuello de anfetaminas, daría lo mismo.
Me gustaría poder decírselo.
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