martes, 16 de enero de 2007

Lecturas de verano

Casualmente hoy sintonicé Gran Hermano (y digo "casualmente" no porque quiera esconder un placer culposo bajo la máscara del que dice no mirar televisión, pero lo cierto es que este programa no me interesa). Miré. Al parecer hacían una especie de selección de los mejores momentos (highlights de la intrascendencia); o sea, la mano sobre el control remoto ya temblaba de impaciencia por un cambio y fuera.
Pero ocurrió que uno de los "momentos" seleccionados fue una irrupción literaria dentro de la casa. Sí, según un comunicado, leído con cierta dificultad por una de las participantes, "reconocidos personajes del ámbito de la cultura" habían seleccionado una serie de libros para que estos jóvenes leyeran (los "reconocidos personajes de la cultura" eran "Solita", Pinti, etc).
Tras un primer momento de desconcierto frente a la pila de libros, los habitantes de la casa deslizaron frases como "¿Cuál es el más fácil para leer?", o "Éste lo recomendó Pinti", e incluso se permitieron burlarse de su nula afición por la lectura al comentar "Yo sólo leo horóscopos". Ahora bien, lo que me resultó de un mal gusto innecesario fue la intención de parte del programa de hacer quedar a estos muchachones como unos brutos. Porque, luego de que todos se hubieran repartido los libros que habían elegido, la siguiente escena mostrada fue un momento de perplejidad semántica entre dos de los señores, quienes se inquietaron ante la primera frase que leyeron. La frase en cuestión hacía uso de la palabra "ambivalente", cuya acepción no les era familiar. El más audaz de los dos arriesgó una definición: "es cuando es una cosa pero es otra".
Pero me quedé pensando en qué hubiera pasado si la jugada de los libros, en lugar de dar pie al obvio comentario "¡qué bestias!" (como si fueran 18 manolitos de Mafalda), les hubiera salido mal. En un universo paralelo, los libros repartidos en la casa alteran por completo el clima y las relaciones. Ya nada les importa sino la literatura. La casa deja de ser un espacio social y se convierte en 18 soledades y sus lecturas. Ya no hay confesiones escandalosas ni jugueteos sexuales. Sólo se lee.
Es el fin del programa, porque nada más aburrido que ver a un tipo con un libro en la mano durante horas. Incluso se podría pensar en consecuencias no previstas: tal vez la gente no sólo apaga la televisión sino que, también, por curiosidad, consigue alguno de los libros que los participantes leen. Las ventas de libros se disparan de manera insólita y una fiebre literaria arrasa Argentina.
O simplemente cambian de canal, claro.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

My dear vietnam las cosas que se te ocurren! Esto me trajo a la mente la escena final de la peli ¨The Truman Show¨ en donde el protagonista finalmente logra salir de ¨su mundo¨...lo que planteas seria algo asi como lo inverso, pero a lo que voy es que tendria el mismo fin ¨que se acaben los reality shows¨.
Si, si ya se que cada uno es libre de elegir y que la opcion de cambiar de canal es posible, pero me pregunto yo ¿por que, para que, con que fin existe esta clase de programas?
Besos, V.-

Demóstenes dijo...

Y, lo mejor es tirar la tele por la ventana como si estuviésemos de gira con los Stones y fuese 1972. :)

¡Saludos, V!

Marcos dijo...

Yo agarré en "vivo" cuando estaban en plan lectura. Estuve durante largos minutos intentando ver qué libros tenian. Solo adiviné uno de Isabel Allende (que al parecer dejó preocupado a su lector) y uno de Tusquets de bolsillo que nunca pude saber qué era (parecia la tapa de los diarios de Warhol, pero es imposible... supongo que habra sido algo de Kundera).

Este entretenimiento de adivinar las tapas de libros que lee la gente es algo que suelo hacer a menudo en colectivos, subtes y bares, por lo que captaron un televidente ajeno a los que gustan de escuchar una charla intrascendente de dos horas construida con sólo Diez Palabras. :)

De ultima, es otra variante vouyeuristica mas.

Anónimo dijo...

Jaja, intentar descubrir de qué autor es el libro que alguien lee en el subte o el colectivo es un deporte que también practico. En general con nulos resultados; se ve que la miopía me juega en contra :)

Me pregunto si alguno de los participantes habrá terminado su libro...

¡Saludos!

Anónimo dijo...

Hola Vietnam. Primera visita a tu blog. Yo también practico el deporte de adivinar la lectura de ocasionales compañeros de transporte. Mi fantasía con GH es que se dediquen sólo a leer y que luego se entrelacen en discusiones sobre sus lecturas, que el clima se ponga cada vez más violento (eso suele pasar con la literatura) y que hasta lleguen "a las manos" para defender un autor, un estilo, una posición crítica.
Los reality shows que ocurren en mi cabeza siempre son más divertidos que los que propone Telefé.

Demóstenes dijo...

Ja, ja, es cierto que las polémicas literarias a veces degeneran en violencia; pero me parece que en esos casos la cosa pasa menos por lo ideológico que por la vanidad. En realidad, más allá de defender una posición, lo que también pasa es que no nos gusta que nos hagan quedar mal parados frente a una argumentación bien planteada ¿no?

¡Saludos!

Seis dijo...

"Sólo se lee.
Es el fin del programa, porque nada más aburrido que ver a un tipo con un libro en la mano durante horas."

Eso hizo Lanata una vez, creo que porque le habían entregado tarde.

Demóstenes dijo...

¡Sí! Creo que había llegado a leer durante 15 minutos, pero no me acuerdo de qué libro era...

¡Saludos!