La extraña amistad de Melville y Hawthorne –además de, casi nada, haber sido decisiva para la escritura de Moby Dick– produjo estos versos que cantan un dolor y que, quizás sin quererlo, definen el amor y el destino del amor:
Haberle conocido, haberle amado,
después de una larga soledad,
para llegar a ser dos extraños,
aunque ni el uno ni el otro tengamos la culpa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario