viernes, 13 de julio de 2007

El oráculo de dos pesos

El kioskero que está en frente de Puán me dio el vuelto de los cigarros. Entre los billetes, uno estaba casi hecho pedazos, era de dos pesos. Lo miré (al billete) y lo miré (al kioskero). Estuve a punto de decirle que me lo cambiara, pero qué más da, por dos pesos. Caminé unas cuadras y volví a mirar el billete. Noté que a pesar de ser casi un desecho contenía un pequeño texto, decía: "Néstor Kirschner es el mejor presidente de la historia. Y Cristina será aun mejor". Me pareció extraño, porque en general la escritura en moneda tiende a lo amoroso o a lo religioso. Después lo primero en lo que reparé fue en una cuestión estilística. Me pareció que el uso del futuro en lugar de la perífrasis (va a ser) dejaba percibir un aire pretendidamente profético, así como una deliberada búsqueda de un registro alejado de la oralidad. El texto decía dos cosas: una que Cristina va a ganar (para lo que no hace falta ser un adivino); la otra, que su gobierno será el mejor de la historia. Supongo que la elección de un billete de dos pesos tiene que ver con el hecho de que el mensaje llegue a todas las clases y de que circule todo el tiempo.
Unos días antes una llamada telefónica me había dejado perplejo. Para empezar era la primera vez que me llamaban de una encuesta supuestamente relacionada con los ratings de televisión. La grabación me preguntaba algunos datos biográficos básicos y el canal que miraba (justo no estaba mirando nada, aunque contesté que miraba canal siete), pero sobre el final las preguntas cambiaron el tono y se agregaron unas dos o tres preguntas sobre Cristina: si creía que iba a ganar, si iba a gobernar mejor, igual o peor que K, y algo más. Me pareció una grasada. ¿Por qué no me preguntaron eso de entrada si era lo que querían saber? Me indigné.
A la grabación telefónica le corté. No me parece muy elegante que me cambien los términos de la charla cuando en el pacto inicial el tema era la televisión. Al billete de dos pesos lo quemé en un pequeño fuego doméstico: potlatch. Pero, claro, en el supuesto caso de que el intercambio se produzca (porque el potlatch supone eso): ¿qué puedo esperar por dos pesos? Lo que es más inquietante, ¿quién es el otro dador?
Dos pesos. Qué miserable.

3 comentarios:

mint dijo...

quizas te entreguen a cambio
una nueva llamada?
hermoso el posteo!

a mi me gusta escuchar la voz
de "te odio" cuando a las promotoras de telefonica
les digo que no quiero
nada de lo que ofrecen,
aunque no soy la dueña
de la linea,
piden reiteradas veces
con ella y les aviso
que ella tampoco va a querer,
no saben como llegar
a ese dueño infinito
e invisible y termnan
cortando impotentes.

... recuerdo cuando Seinfeld
es atacado por una encuesta telefonica tambien
y el contesta que ahora no lo puede atender pero que el encuestador le de el numero
de su casa
que el luego lo llama. ;)

slds

Demóstenes dijo...

Jaja, me acuerdo que cuando vi esa
parte de Seinfeld pensé que no tenía nada que ver con lo que pasaba en el capítulo; lo metió reforzado al gag, pero era tan bueno que no importaba. De última, en un show "acerca de nada", qué importa! :)

¡Saludos!

morgana dijo...

Me parece que nos mandan un mensaje más llano: Que este futuro gobierno es como lo que se compra en las casas de "todo por dos pesos". Una cagada brillante que te dura lo que un pedo en un canasto.
Perdón por el exceso gráfico y escatológico.
Uy, me dieron ganas de ver videos de alberti y capuzzotto.
Saludos culinarios.