"... el Conejo ocupaba un puesto de privilegio en la organización social de la Grecia clásica; la anécdota que hemos referido antes acerca de Sócrates es una buena prueba de ello. Esto era así tanto en Atenas, donde según Waehrenberg la democracia que excluía a las mujeres, a los esclavos y a los extranjeros incluía en cambio a los Conejos atenienses de sexo varón, como en Esparta, cuya sociedad, de Licurgo en adelante, parece haber sido construida a imagen y semejanza de una madriguera de conejos (aunque, contrariamente al caso ateniense, los Conejos no desempeñaban allí papel político alguno).Como tantas otras costumbres griegas, esta pseudohumanización de los Conejos fue copiada por Roma, hasta el punto de que en el año 222, tras el asesinato del emperador Heliogábalo, tristemente recordado por su extravagancia, los pretorianos impusieron en el trono imperial a un Conejo, cuyo nombre, desgraciadamente, no ha pasado a la historia. Cuenta Bruckheimer que el susodicho Conejo demostró prudencia y buen sentido en el ejercicio del cargo, pero cometió la osadía de convertirse al cristianismo, lo que llevó a su derrocamiento y muerte a manos de los mismos pretorianos que lo habían nombrado. El motivo por el que este Conejo no ha gozado del brillo histórico de, pongamos por caso, el caballo de Calígula no es otro que la controversia Conejo-paloma; por esta misma razón, la entrada de la Edad Media supuso la llegada de malos tiempos para los Conejos. De hecho, a partir del siglo VII se hace complicado hallar aunque sea una mínima huella del paso del Conejo por la Tierra. Con una excepción muy significativa; la leyenda del Conejo Asesino. Si ustedes han visto Gilliam, T. y Jones, T., "Los caballeros de la mesa cuadrada", gran monografía sobre la psicosomasis de la mitología artúrica en soporte audiovisual, Handmade Films, Londres, 1973, se acordarán de la escena del Conejo que , tras ser ninguneado por los caballeros, los derrota a base de saltos semicirculares perfectos y mordeduras justo en la yugular. Esto no es sino una parodia de la leyenda del Conejo Asesino, que aproximadamente en el siglo XI se extendió por las Islas Británicas y fue luego incorporada a la mitología artúrica. En la versión extendida de esta conferencia exploro el origen, contexto social y sustrato ideológico-religioso de la leyenda del Conejo Asesino; no habiendo aquí tiempo para tal cosa, me referiré tan sólo a que el documento fílmico de los señores Gilliam y Jones, imbuido sin duda de un equivocado prejuicio anticonejil, muestra a los caballeros venciendo al Conejo Asesino con ayuda de la Santa Granada de Antioquía. Según la leyenda original, no existió tal Santa Granada, y el mal llamado Conejo Asesino exterminó a todos los caballeros que se le pusieron por delante, subiendo al cielo posteriormente. Sea o no esto cierto, parece una interpretación plausible que Dios enviase a este Conejo con el fin de averiguar si la Cristiandad estaba preparada para la venida de un Mesías; habiendo concluido que no lo estaba, el CoNejo asesino volvió al paraíso."
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