viernes, 10 de julio de 2009

Conejos


Después de ver este bicho, ¿es extraño que nos obsesionen los conejos?

La visión de un conejo, a muchos, no puede sino hacerles establecer una directa relación con Alicia en el país de las maravillas. Otros, sin embargo, lo vincularán con las Pascuas. Los más cinéfilos con Donnie Darko, Harvey, Inland Empire o Rabbits. Y la lista sigue: Playboy, Bugs Bunny, Roger Rabbit, “Carta a una señorita en París”, la galera de los magos, etc. Una lista abrumadoramente extensa y aún incompleta de apariciones de conejos en diferentes producciones simbólicas puede verse acá.

Pero, para ser sincero, fue desde Donnie Darko (hace ya bastantes años) y, luego, Inland Empire (y Rabbits), que no puedo dejar de pensar en por qué esa recurrencia en relacionar los conejos con lo siniestro. Con el pasaje a una realidad maravillosa ya estaba vinculado desde Carroll, pero algo ha operado un deslizamiento hacia lo siniestro. No soy, desde luego, el único en advertir esto; de hecho, todos los que vieron Donnie Darko y conocen a Lynch lo han observado. En El lamento de Portnoy también se preguntaban “¿por qué conejos siniestros?”. La misma obsesión me recorre hace años: ¿qué implicancias tiene ese cambio en el imaginario sobre el conejo? ¿es un hecho meramente anglosajón?

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¿No irías a ver una de Francella con Frank, el conejo?

No voy a intentar una lectura de Donnie Darko porque ya hay suficientes (y porque, más importante, no tengo nada diferente para agregar), pero sí me gustaría recordar que la película comienza con "The killing moon", el gran éxito de Echo & the Bunnymen. La letra además de funcionar como anticipación de lo que va a venir ("Sé que debe ser el tiempo de la matanza/mío aunque no quiera/El destino/contra tu voluntad/más allá de todo/Esperará que te entregues a él") es cantada por los Bunnymen. Y será un Hombre Conejo (Frank) el que guiará a Donnie. No es un detalle menor la relación que guarda con el Conejo Blanco de Alicia: ambos tienen al tiempo como su preocupación fundamental. En Carroll, en su primera aparición el Conejo dice: "¡Ay, Dios mío! ¡Llegaré demasiado tarde!", saca un reloj del bolsillo y apura el paso. En la película de Kelly, el tiempo es aún más dramático (ya lo decía la canción, es "the killing time") porque Frank, el Hombre Conejo, le anuncia a Donnie cuánto tiempo falta para el fin del mundo. Alicia sigue al conejo e ingresa en un mundo maravilloso; Donnie sigue al conejo ("I can show the way", le dice Frank, con esa voz en proceso de dejar de ser humana) hasta su propia aniquilación. Algo evidentemente ha cambiado en la percepción del conejo del imperialismo británico del siglo XIX al imperialismo estadounidense del XX.

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Hace un tiempo había salido un libro de dibujos que se llamaba The Book of Bunny suicide. La gracia, obviamente, consistía en las múltiples variantes que encontraban los conejos para matarse (un ejemplo acá). El libro tuvo problemas en China porque un chico de 12 años se mató usando una de las formas de suicidio que representaban los conejos (ver) y se dejó de vender. No deja de ser curioso que el imaginario occidental siniestro del conejo haya afectado de ese modo en un país como China: famosa es la capacidad reproductiva de los conejos (de 1 pareja pueden descender más de 1500 conejos) y conocida es la superpoblación que existe en China (por favor, que nadie diga que estoy comparando a los chinos con los conejos...) . ¿Acaso los conejos han respondido a la pregunta ("¿Para qué reproducirse?") que Daniel Link formuló en Clases?

2 comentarios:

Unknown dijo...

en Before Sunset el parafrasea a un escritor: " Y los días correrán como conejos" eso es una metafora nomas pero es verdad tienen una relacion siniestra con el tiempo... y lo del suicidio colectivo es creo un mecanismo etiológico desencadenado por la violencia (la cual aumenta con la superpoblación).

interesante obsesion
suerte!

Demóstenes dijo...

Probablemente, sea la violencia una causa, pero pienso que la conciencia del absurdo (sí, estoy siendo anacrónico y camusiano) opera no solamente sobre el suicidio sino sobre la negativa a hacerles padecer ese absurdo a otras generaciones. Pero qué sé yo.

¡Saludos!